Comentario
De la vidriera románica hemos conservado pocos ejemplos, dada la fragilidad de su materia, la mayoría de ellas no datan de más allá de 1150. Sus formas, muy próximas al arte de la miniatura, presentan unos campos cromáticos de tonos sólidos que se corresponden exactamente con los de las figuras de los esmaltes.
De la antigua iglesia de la Trinidad de Vendóme, reconstruida a partir de fines del XI, conservamos una importantísima vidriera representando a la Virgen con el Niño. La imagen, adoptando la tópica iconografía románica sobre el tema, reproduce una esbeltísima silueta, muy hierática, definida con un sentido lineal muy propio de la materia. Unos brillantes colores, blanco, azul, rojo, verde y ocre, dan a la composición un agradable aspecto. El conjunto de vidrieras más importante corresponde a la catedral de Le Mans, realizadas entre 1140 y 1145. Las figuras presentan la misma estilización y brillantez que en Vendóme, pero están dotadas de una gran movilidad. De veinte años después, será la monumental crucifixión de la catedral de Poitiers, verdadera obra maestra del arte de la vidriera.